Creatividad en el Diseño Gráfico

El diseñador gráfico es el profesional que mediante un método específico (diseño), construye mensajes (comunicación), con medios visuales; a diferencia del artista, no es normalmente la fuente de los mensajes que comunica, sino su intérprete; también a diferencia del artista, el trabajo del diseñador debe estar desposeído de rasgos personales notorios que se interpongan entre el público y el mensaje, Frascara (1998). Los conceptos que se originan en la ciencia de la información y que ayudan a clarificar ciertas problemáticas del diseño son: información, redundancia y ruido, en que el concepto de información está conectado con la noción de novedad y representa el nivel que está presente en un mensaje, la redundancia se relaciona con el grado de certidumbre y el ruido es la distracción que se interpone entre la información y el receptor; con esta óptica los diseñadores aparecen como los conductores, los consejeros que, apoyados en una práctica y una profunda experiencia, aportan a los usuarios y a los “tomadores de decisiones” la originalidad de sus análisis, su imaginación creativa y su realismo (Mullender, citado por Frascara, 1998:25).
La creatividad en diseño existe dentro de marcos de referencia establecidos, creatividad en diseño es la habilidad para encontrar soluciones insospechadas para problemas aparentemente insolubles. Esta creatividad –según Frascara– no es más que inteligencia, una inteligencia en cierta medida cultivable y desarrollable, que en medio de una gran cantidad de información, aparentemente desconectada y caótica, puede descubrir semejanzas que otros no descubren, ver oposiciones que otros no ven, establecer conexiones que otros no establecen y, consecuentemente, puede producir síntesis nuevas y sorprendentes.
La creatividad si bien requiere habilidades no comunes, se basa en gran medida en procesos controlables, tales como la observación, la atención y el análisis, y, en cierta medida, en el conocimiento de métodos de trabajo intelectual que permiten flexibilidad y eficiencia, Frascara concibe la creatividad en diseño no como la autoexpresión del diseñador ni con su egocentrismo, sino como una “inteligencia” objetiva y flexible que permite analizar cada problema desde una multitud de puntos de vista, de manera de poder entender las intenciones del “cliente” (originador del mensaje), y las posibles percepciones de una amplia gama de receptores potenciales; sin embargo, otros autores como Rollié y Branda (2004) reconocen en la creación del diseñador cuestiones estilísticas en la selección de los elementos intervinientes en un diseño, los cuales son portadores de “estilo”, ya que éstos están “signados” por diferentes paradigmas: histórico-sociales, culturales, estéticos, etc.
También, Rodríguez (2003) propone una forma de hacer diseño con fuerte énfasis en la autoexpresión, acuñando el término “diseño plástico”, añade el subjetivismo que otorga el pertenecer a una cultura y tiempo particular que basa su proceso creativo en la observación, ver, mirar como si fuese la primera vez, darse tiempo para observar la naturaleza y sus imágenes en constante cambio en que no toda la observación es visual, sino que es una observación en que intervienen todos los sentidos; y que la creatividad proviene de la alimentación del espíritu. Propone lo que puede ser entendido como diseño de autor, vale decir, dejar de manifiesto la huella del autor del diseño. Autoría y poesía van ligados, dice Rodríguez, en la medida que el autor pueda comprometerse con la obra, piensa que será más fácil la comprensión de la misma.
La creatividad en esta disciplina también se ha definido no sólo como “la imaginación artística”, sino que en este campo creatividad sería la capacidad de resolución inteligente y sensible de un problema por lo general “difícil”; ante lo “fácil” la creatividad es innecesaria. Según Chaves, citado por Rollié y Branda (2004), la creatividad racional, planificadora, la creatividad de entender y ordenar cada vez más el complejo campo de la comunicación social es “otra” dimensión de la creatividad, los mismos autores establecen que el “componente creativo” constitutivo del mensaje mismo, radica en la intencionalidad de la construcción, el cual requiere un grado de síntesis para lograr una finalidad determinada, el elemento sustantivo para conseguir la consumación del hecho comunicacional, es entonces, la calidad de la síntesis creativa –el sentido, la unidad y la pregnancia del mensaje–, tanto como su factor estético pueden ser las condiciones que marquen la calidad de un producto creativo; esta síntesis es la posibilidad de poner en juego un conjunto de conocimientos conceptualizados y de destrezas instrumentales en función comunicacional.
La originalidad de una propuesta, como se indicó antes, radica en su capacidad de imaginar lo diferente, lo diverso, sostenida por la necesidad de superar lo repetitivo, lo que carece de interés por reiterado; se busca y se genera el cambio, la diferencia, la profundidad del mensaje para trascender con la calidad de las ideas; el receptor se merece el esfuerzo del comunicador para lograr la estética, la legibilidad y la seducción del mensaje, al decir de Roland Barthes: “la creatividad ha emprendido una larga batalla contra la trivialidad”

DG. Guido Olivares S.

REFERENCIAS
Frascara, Jorge (1998). Diseño gráfico y comunicación. Ediciones Infinito, Buenos Aires, Argentina.
Rodríguez G., Cristián (2003). Diseño plástico (La vida después del diseño). Litografía Garín, Valparaíso, Chile.
Rollié, Roberto y Branda, María (2004). La enseñanza del diseño en comunicación social. Conceptos básicos y reflexiones pedagógicas. Ed. Nobuko, Buenos Aires, Argentina.